jueves, 15 de marzo de 2018

Elfos y Enanos en la mitología nórdica

Todos conocemos los personajes de los elfos y los enanos. La gran mayoría de nuestros cuentos y demás literatura infantil están plagados de estos seres y, ya para los más creciditos, las películas no los han dejado atrás echando mano de ellos en grandísimas producciones hollywoodienses.


Sin embargo ¿cuál es su origen? La mayor parte de nosotros no sabría responder a esta pregunta y, aunque existen en casi todas las tradiciones mitológicas, hoy vamos a centrarnos en la nórdica.

En primer lugar, la raza de los enanos (dvergr) resulta poseer un carácter bastante especial, ya que son varones que nacen de forma asexuada y no se suelen reproducir. Tienen su hábitat bajo la tierra y sus ocupaciones fundamentales son la metalurgia y la minería. En este sentido su poder reside en que poseen una sabiduría secreta y sagrada que les posibilita el crear armas mágicas que serán utilizadas posteriormente por los héroes, así como también proveer a los dioses de objetos extremadamente poderosos.

Por su parte los elfos (álfar) durante la época escandinava estaban divididos en dos categorías: por un lado los álfar de luz, que habitaban en el cielo, y los álfar oscuros (o de color negro), que vivían bajo la tierra o en montículos y tumbas. Estos últimos son muy difíciles de separar con los enanos.

En este sentido, con el paso del tiempo su imagen fue depreciándose hasta caer prácticamente en el olvido la concepción del elfo como una persona alta y hermosa, sustituyéndose por la imagen de criatura pequeña y revoltosa.

Cuenta la leyenda que ambas razas nacieron como gusanos de la carne de Ymir y fueron las divinidades quienes les fueron modelando y dotándoles de una inteligencia superior a la de los humanos. A este respecto, la relación con los hombres no es del todo clara así que pueden ayudarles o causarles daño.
Cada año, a finales del otoño, se les realizaba una ceremonia de carácter sacrificial, el álfablót.

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